Dejo mis huellas en la arena,
que viven al antojo de la marea.
Levanto la mano para acariciar el viento.
La brisa trae aromas a mar, y a sal,
y a tierra mojada.
Acaricio ese momento.
¿Quién elige los instantes que permanecen en el alma?
Escondidos en una fragancia
o en los acordes de una canción.
Que provocan sonrisa suave o lágrima solitaria.
Ni siquiera sabemos que los guardamos,
permanecen agazapados, silenciosos...
Hasta que algo los despierta y
ese instante nos transporta a aquel momento.
Dejo mis huellas en la arena,
que viven al antojo de la marea.
Mis actos se parecen a mis huellas,
desaparecerán una vez realizados.
Mas la marea no siempre podrá borrarlos,
pues algunos permanecerán en mi alma o...
quizá en la tuya.
Para aparecer tras un aroma,
o en alguna caricia perdida...
Dejo mis huellas en la arena de la vida,
camino al compás de las olas.
A veces esquivando la espuma y otras empapándome de ella.
Viviendo, avanzando, descifrando...