Noche sin luna en el bosque, salgo de casa con la ropa pegada a mi cuerpo por el sudor, es verano y en el norte la humedad no da tregua. Normalmente por la noche suele refrescar, pero esta el calor es asfixiante. Escucho el sonido del mar enfurecido romper contra los cercanos acantilados, la tormenta probablemente no tardará en llegar provocada por este calor tan poco habitual.
Debo realizar mi cometido, una vez al año, todos años. Tengo miedo. Terror... No hay palabras para describir lo que siento, por lo que se supone que debo hacer, por la vida que debo cercenar, pero no puedo negarme, no hay opción para mí ni para mi familia. Soy una Bruja negra, mi hija y yo vivimos en lo más profundo del bosque, solo nos alimentamos una vez al año. Así ha sido durante milenios y si nadie acaba con nosotras o con el ser que nos maldijo, así seguirá siendo por toda la eternidad.
Nuestro amo nos tiene cautivas en este bosque que solo abre para que podamos cazar una vez al año y al que viene de visita siempre que a él le apetece. Él es el padre de todas las que nacieron antes que yo, y será el padre de todas las que vendrán, pues él nunca morirá, o eso cree al tomar tantas precauciones, pero la leyenda dice que morirá a manos de una Bruja negra.
Mi niña duerme en su cama y no despertará hasta que huela la sangre de mi presa cuando esté de vuelta. El hambre y el instinto la convertirán en una fiera capaz de atacar a su propia madre con tal de comer.
Camino a través de los árboles por la oscuridad más absoluta, sin tropezar con nada ni nadie, pues reconozco cada brizna de hierba del camino. Las náuseas acuden a mí, me siento mareada y asqueada, me arrodillo junto a un árbol, golpeo el suelo, grito tan fuerte que mi garganta arde, lloro tanto que mis ojos escuecen y retomo la marcha, pues mi estómago comienza a rugir desesperado. Mas cuando uno de mis pies se adelanta traspasando la linde del bosque, una brisa helada susurra algo en mi oído. Me giro al bosque y le pido.
—Repite, por favor.
La brisa helada acaricia mi rostro.
«Tienes elección». «Él está en el muelle».
Poso los dos pies fuera del bosque y una corriente eléctrica recorre mi espina dorsal. «¿Cómo es posible que haya sido tan estúpido?». Me pregunto. Él me tiene presa en el bosque porque allí puede controlar mi poder, fuera soy demasiado poderosa. Por eso cuando salgo de caza, una vez al año, él se encierra en su castillo.
Ya no siento náuseas, ya no siento terror.
Esta noche liberaré a mi hija y cenaremos el mejor de los manjares. Comienza a llover, la tormenta ha llegado.