Ahora llevo toda la semana que no tengo ganas de nada. Me pongo a leer, no me concentro y tengo que dejarlo al poco rato; tengo que estudiar y hace dos semanas que no toco un libro. Tengo mi nueva novela empezada con mucha ilusión, pero soy incapaz de ponerme con ella... Y así estoy que hago mucho y no hago nada.
Tengo dos niños con un montón de deberes porque los deberes no bajan y tengo que ayudarles, cocinar, organizar la casa, que estando los cuatro juntos nunca está organizada. Comprar por internet es imposible porque no hay fechas de entrega y hay que salir a comprar.
Vamos, que yo que siempre estoy haciendo cosas y soy optimista por naturaleza, últimamente no tengo ganas de nada.
¿A vosotros también os pasa que os sentís cansados y sin ganas de hacer nada?
Supongo que también puede influir la astenia primaveral. ¡Qué ganas tengo de que salga el Sol y poder abrir las ventanas de par en par! Que entre el aire fresco en casa y el Sol nos haga estornudar.
Parece que poco a poco estamos llegando al pico de la epidemia, aquí en el País Vasco dicen que ya lo hemos alcanzado. No puedo dejar de preguntarme cómo será el mundo cuando podamos volver a salir a la calle con cierta normalidad. Me pregunto si se cerrarán las fronteras para los extranjeros como ha hecho China porque, claro, si empieza a bajar el número de infectados y dejamos que entre gente de otros países y nos volvemos a infectar... ¿Otra vez a empezar... ?
¿Y qué pasará en Octubre? ¿El virus mutará y volverán a infectarse los que no lo han pasado y los que lo han pasado también...?
Como veis tengo muchas preguntas y no muchas, más bien ninguna, respuesta. Lo único que saco en claro de todo esto es que el estar separados parece que esté uniendo más a las familias y el planeta se está limpiando, depurando su aire, sus ríos... Y cuando todos corríamos de un lado para otro, llegó la vida y nos hizo frenar de golpe.
¡TODO VA A SALIR BIEN, DE ESTA SALDREMOS MÁS FUERTE Y UNIDOS!
P.D: Os prometo que el próximo post será un cuento. Ya no os doy más la chapa 😉.