Esa era una de aquellas noches, lo sentía en cada poro de su piel. La primera vez que ocurrió no pudo identificar qué era lo que le estaba ocurriendo, pero ya habían pasado muchos años desde aquello y aunque no ocurría con regularidad, sí había sucedido suficientes veces como para reconocerlo.
Salió a la terraza de su ático en la ciudad y esperó sentada en una de las hamacas. Estaba congelada de frío, pero sabía que cuando todo comenzase le haría falta que su temperatura corporal estuviera lo más baja posible.
Esa noche tardó en aparecer mucho más de lo normal, comenzaba a creer que no pasaría nada y estaba pensando seriamente en entrar en el piso cuando todo comenzó. El fuego llegó a su cuerpo sintió cómo estallaba en llamas y olió su piel quemándose. Había aprendido a controlar el ataque de pánico que venía después de todo aquello, aunque nunca olvidaría la primera vez que le ocurrió.
Al cabo de unos instantes logró abrir los ojos y allí estaba aquel lugar de oscuras tinieblas. Seres Oscuros la observaban y hablaban en extraños dialectos que ella no lograba comprender. Se concentraba en volver a la realidad y sabía que volvería pero nunca sabía cuánto tardaría en hacerlo.
Ese día fue diferente, apareció alguien como ella. Él la observó unos instantes, se fijó en una de sus manos y entonces habló en aquel oscuro idioma. Los seres la vistieron y la montaron en una especie de carruaje. El Ser que dirigía los caballos era como ella, atravesaron aquella oscura y quemada tierra hasta llegar a un cruce de caminos. El caballero volvió a hablar en un idioma desconocido para ella y entonces el camino, que parecía impracticable, se abrió ante sus ojos y apareció un lugar completamente diferente.
Se adentraron en el camino repleto de grandes árboles y con tantos colores y vida que no parecía real. Otros como ellos aparecieron entre la vegetación y la llevaron a una de las habitaciones de la única casa del lugar. La ayudaron a vestirse y la acompañaron a un jardín interior. Allí estaba el Ser que la había sacado del mundo oscuro acompañado de otros dos Seres de Luz.
Al verla, los Seres de Luz se sorprendieron y, mirando a su salvador, asintieron con la cabeza. Él salió de la estancia no sin antes inclinar la cabeza a modo de despedida. Cuando hubo salido de la habitación, los dos Seres comenzaron a hablar con ella y aunque no hablaban su idioma, ella podía entender lo que decían...
No hay comentarios:
Publicar un comentario