Esa era una de aquellas noches, lo sentía en cada poro de su piel. La primera vez que ocurrió no pudo identificar qué era lo que le estaba ocurriendo, pero ya habían pasado muchos años desde aquello y aunque no ocurría con regularidad, sí había sucedido suficientes veces como para reconocerlo.
Salió a la terraza de su ático en la ciudad y esperó sentada en una de las hamacas. Estaba congelada de frío, pero sabía que cuando todo comenzase le haría falta que su temperatura corporal estuviera lo más baja posible.
Esa noche tardó en aparecer mucho más de lo normal, comenzaba a creer que no pasaría nada y estaba pensando seriamente en entrar en el piso cuando todo comenzó. El fuego llegó a su cuerpo sintió cómo estallaba en llamas y olió su piel quemándose. Había aprendido a controlar el ataque de pánico que venía después de todo aquello, aunque nunca olvidaría la primera vez que le ocurrió.
Al cabo de unos instantes logró abrir los ojos y allí estaba aquel lugar de oscuras tinieblas. Seres Oscuros la observaban y hablaban en extraños dialectos que ella no lograba comprender. Se concentraba en volver a la realidad y sabía que volvería pero nunca sabía cuánto tardaría en hacerlo.
Ese día fue diferente, apareció alguien como ella. Él la observó unos instantes, se fijó en una de sus manos y entonces habló en aquel oscuro idioma. Los seres la vistieron y la montaron en una especie de carruaje. El Ser que dirigía los caballos era como ella, atravesaron aquella oscura y quemada tierra hasta llegar a un cruce de caminos. El caballero volvió a hablar en un idioma desconocido para ella y entonces el camino, que parecía impracticable, se abrió ante sus ojos y apareció un lugar completamente diferente.
Se adentraron en el camino repleto de grandes árboles y con tantos colores y vida que no parecía real. Otros como ellos aparecieron entre la vegetación y la llevaron a una de las habitaciones de la única casa del lugar. La ayudaron a vestirse y la acompañaron a un jardín interior. Allí estaba el Ser que la había sacado del mundo oscuro acompañado de otros dos Seres de Luz.
Al verla, los Seres de Luz se sorprendieron y, mirando a su salvador, asintieron con la cabeza. Él salió de la estancia no sin antes inclinar la cabeza a modo de despedida. Cuando hubo salido de la habitación, los dos Seres comenzaron a hablar con ella y aunque no hablaban su idioma, ella podía entender lo que decían...
jueves, 2 de enero de 2020
viernes, 27 de diciembre de 2019
Plegaria al Gran Roble
El viento soplaba feroz esos días en el pueblo, los más ancianos decían que nunca habían vivido algo así. Muchos árboles estaban arrancados y algunas de las casas habían sufrido graves desperfectos en los tejados, el viento no daba tregua para poder repararlas.
Todo comenzó el día de Santo Tomás, era uno de los días más bonitos del año, pues todos los habitantes del pueblo salían a celebrar la vida con sus vecinos. Amaneció un día espectacular, radiante de sol aunque frío a la vez, pero nada que un buen abrigo no pudiera arreglar. Sobre la una del mediodía una brisa cálida empezó a arreciar, nubes negras viajaban rápidas hacia el pueblo y antes de que pudieran recoger los puestos del mercadillo estalló la gran tormenta de lluvia y viento.
Ya habían pasado tres largos días sin que la tormenta les diera una tregua, no sabían si había habido muertos ni los destrozos reales que estaba ocasionando pues el viento era tal que nadie osaba salir a la calle. Parecía que el mundo se hubiera sumido en una noche eterna pues las nubes negras se negaban a dejar pasar el sol.
Entonces, cuando ya pensaban que estaba todo acabado, oyeron el sonido de una bella canción. Temerosos, los habitantes del pueblo salieron poco a poco de sus casas y allí estaban ellos, hermosos seres tocando instrumentos desconocidos que emitían los sonidos más dulces jamás escuchados. Las nubes se abrían al paso de aquellos seres y el sol volvía a bendecirles con su luz. Una de aquellas mágicas criaturas descabalgó y con lágrimas en los ojos se acercó al Gran Roble que presidía la plaza del pueblo, estaba partido en varios trozos. Con cuidado, tomó una de las ramas y dejó caer unas lágrimas sobre ella, la plantó en la tierra y al instante brotaron pequeños brotes verdes de ella.
-Queridos habitantes de este hermoso lugar, debéis cuidar la vida que os rodea. Este árbol debe mantenerse vivo si queréis seguir viviendo. Si en el futuro necesitáis de nuestra ayuda, un alma pura deberá susurrarle vuestra petición al árbol y él se comunicará con nosotros.
Habían pasado cientos de años desde aquel día y en la plaza del pueblo el Roble crecía majestuoso. Una placa al pie del Gran Árbol narraba la leyenda, aunque muchos de los lugareños ya no creían en ella. La hija del veterinario, una hermosa niña cubierta de pecas y pelo negro, se acercó ese día al Gran Árbol y escuchó lo que este le decía.
-Los hombres negros caminan rápido, dentro de dos lunas estarán en el pueblo. Avisa a tus mayores. Si quieres que los Seres Mágicos os ayuden, debes de susurrármelo o no os podré ayudar.
La niña corrió por el pueblo gritando las noticias que el árbol le había contado, mas las gentes no hicieron caso de lo que la niña decía... Al cabo de dos lunas, los extraños llegaron al pueblo y las nubes volvieron a tapar el sol. La niña escapó de la casa y se aferró al Gran Árbol, susurrándole ayuda. Uno de los hombres oscuros que la vio lanzó una flecha que se clavó en el roble. Este estalló en llamas al contacto con la flecha. Al disiparse el humo, apareció la niña postrada a los pies del árbol y las ramas del mismo protegiéndola. El árbol estaba muerto y quemado por completo pero la niña no tenía ni un solo rasguño.
Los hombres oscuros miraron hacia las colinas cercanas y huyeron pues el viento traía de nuevo dulces sonidos.
Todo comenzó el día de Santo Tomás, era uno de los días más bonitos del año, pues todos los habitantes del pueblo salían a celebrar la vida con sus vecinos. Amaneció un día espectacular, radiante de sol aunque frío a la vez, pero nada que un buen abrigo no pudiera arreglar. Sobre la una del mediodía una brisa cálida empezó a arreciar, nubes negras viajaban rápidas hacia el pueblo y antes de que pudieran recoger los puestos del mercadillo estalló la gran tormenta de lluvia y viento.
Ya habían pasado tres largos días sin que la tormenta les diera una tregua, no sabían si había habido muertos ni los destrozos reales que estaba ocasionando pues el viento era tal que nadie osaba salir a la calle. Parecía que el mundo se hubiera sumido en una noche eterna pues las nubes negras se negaban a dejar pasar el sol.
Entonces, cuando ya pensaban que estaba todo acabado, oyeron el sonido de una bella canción. Temerosos, los habitantes del pueblo salieron poco a poco de sus casas y allí estaban ellos, hermosos seres tocando instrumentos desconocidos que emitían los sonidos más dulces jamás escuchados. Las nubes se abrían al paso de aquellos seres y el sol volvía a bendecirles con su luz. Una de aquellas mágicas criaturas descabalgó y con lágrimas en los ojos se acercó al Gran Roble que presidía la plaza del pueblo, estaba partido en varios trozos. Con cuidado, tomó una de las ramas y dejó caer unas lágrimas sobre ella, la plantó en la tierra y al instante brotaron pequeños brotes verdes de ella.
-Queridos habitantes de este hermoso lugar, debéis cuidar la vida que os rodea. Este árbol debe mantenerse vivo si queréis seguir viviendo. Si en el futuro necesitáis de nuestra ayuda, un alma pura deberá susurrarle vuestra petición al árbol y él se comunicará con nosotros.
Habían pasado cientos de años desde aquel día y en la plaza del pueblo el Roble crecía majestuoso. Una placa al pie del Gran Árbol narraba la leyenda, aunque muchos de los lugareños ya no creían en ella. La hija del veterinario, una hermosa niña cubierta de pecas y pelo negro, se acercó ese día al Gran Árbol y escuchó lo que este le decía.
-Los hombres negros caminan rápido, dentro de dos lunas estarán en el pueblo. Avisa a tus mayores. Si quieres que los Seres Mágicos os ayuden, debes de susurrármelo o no os podré ayudar.
La niña corrió por el pueblo gritando las noticias que el árbol le había contado, mas las gentes no hicieron caso de lo que la niña decía... Al cabo de dos lunas, los extraños llegaron al pueblo y las nubes volvieron a tapar el sol. La niña escapó de la casa y se aferró al Gran Árbol, susurrándole ayuda. Uno de los hombres oscuros que la vio lanzó una flecha que se clavó en el roble. Este estalló en llamas al contacto con la flecha. Al disiparse el humo, apareció la niña postrada a los pies del árbol y las ramas del mismo protegiéndola. El árbol estaba muerto y quemado por completo pero la niña no tenía ni un solo rasguño.
Los hombres oscuros miraron hacia las colinas cercanas y huyeron pues el viento traía de nuevo dulces sonidos.
lunes, 23 de diciembre de 2019
Gracias 2019, te espero 2020 🍀💗
Gracias, esa es la primera palabra que se me ocurre decirle a 2019. Este año siempre será especial para mí, pues ha sido el año en el que al fin me he decidido a escribir y mostrar a la gente mis escritos.
Escribir es algo que ya forma parte de mí y no creo que pueda dejar de hacerlo nunca. Cómo son las cosas ¿verdad?... Algo te ronda la cabeza pero lo reprimes, lo escondes, intentas apartarlo de tu mente con pensamientos como: "yo no sería capaz de hacerlo", "eso no está hecho para mí" o simplemente agitas la cabeza y dejas de pensar en ello, pero vuelve y vuelve... Hasta que, como en mi caso, te sientas delante de una hoja en blanco y "voilà", se hace la magia y el sueño va cobrando forma.
Agradezco cada línea de mis libros, cuentos o blog leída por vosotros. Es un verdadero privilegio que me leáis. Aspiro a haceros viajar a lugares llenos de magia, que la piel se os erice de miedo de vez en cuando, que unas lágrimas asomen a vuestros ojos de emoción o que viváis en la piel de alguno de los personajes de mis cuentos... Como veis, sueños fáciles de realizar 😅.
Deciros que estoy acabando mi última novela El Linaje. Espero tenerla acabada en un par de meses. Entonces intentaré publicar con una editorial, así que estad atentos a mis próximos movimientos. Por supuesto, no dejaré de escribir mis cuentos, esos maravillosos susurros de mis Hadas, que me hacen tan feliz.
Os animo a hacerme llegar vuestras opiniones sobre cualquiera de mis cuentos o sobre mis libros. Podéis hacerlo a través de mi cuenta de instagram, o a través de mi e-mail. Agradezco cada palabra vuestra y espero que sigamos creciendo en 2020.
¡¡2020, qué número más bonito!! Seguro que será un año lleno de cosas maravillosas.
🍀💗🍀💗🍀💗🍀💗
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