Yolanda se levantó para sentir el viento en la cara, "que agradable sensación", pensó. Hay instantes en que cierras los ojos y desearías que estos durasen una pequeña eternidad.
Vio a Toñi, la pequeña de la familia, que sostenía un objeto brillante en la mano. De repente, lo soltó, llorando. Yolanda corrió hacia ella, el corazón le latía a mil pulsaciones. Cuando llego a su lado la consoló y le miró la mano. En la palma se le había grabado la forma de una estrella y una luz destellaba en ella.
Yolanda no quería parecer nerviosa, pero el caso es que una sensación de angustia recorría todo su cuerpo. Llevó a la niña dentro y le lavó la mano, pero la luz no cesaba, aunque la niña al mirar su mano sonreía y no parecía que le pasase nada malo.
Yolanda agarró su mano con fuerza, notó una especie de calambre y al mirarla tenía la misma luz con forma de estrella que Toñi.
¿Qué era lo que estaba sucediendo? Estaba sola con los niños y él no regresaría hasta al día siguiente por la tarde. Debía de tranquilizarse. Al fin y al cabo, no parecía que fuera algo malo.
Cenaron y se fueron a dormir. A Eder le hizo mucha gracia el "tatuaje" de Mamá y su hermanita. Yolanda se despertó en medio de la noche. Algo le decía que debía salir al jardín.
Allí, vio unas luces que la hipnotizaban. No podía dejar de mirarlas...