En aquella oscuridad eterna imaginó que después del golpe la habrían drogado porque ya empezaba a estar menos adormilada. Paseó las manos a tientas por el suelo hasta que sus dedos rozaron unos cuencos; en uno había agua y en otro una especie de pasta que olía a avena. El estómago le dio un vuelco y tuvo que apartar rápidamente su cabeza para no vomitar encima de lo que parecía ser su comida.
Con la cabeza más lúcida, echó de menos la dulce sensación que tenía cuando las drogas invadían su cuerpo. Había comprendido que estaba encerrada, secuestrada. Por lo que había comprobado palpando con sus manos, era una pequeña estancia. No había ninguna ventana y pensó que no debería comer ni beber hasta que no fuera absolutamente necesario. Buscó en sus bolsillos y no tenía ni móvil ni cartera, como era de esperar.
Intentaba mantener a raya su creciente sensación de agobio, sus ganas de gritar con todas sus fuerzas... Se tapaba los oídos susurrando canciones para intentar tapar aquel odioso tic-tac, pero tenía aquel sonido incrustado en su cabeza. Recordó las últimas palabras que tuvo con su amiga y la manera extraña en que se comportó durante toda la noche. Entonces pensó también que esa, exactamente esa madrugada hacía 5 años su madre apareció inconsciente en su cama. Sin signos de violencia, ni explicación médica para su estado... Llevaba 5 años en coma.
¿Tendría alguna relación aquello con lo que le estaba sucediendo?... Entonces un fuerte golpe la sobresaltó, una línea de luz se colaba por debajo de lo que parecía la puerta del habitáculo. Seguidamente escuchó unos pasos que se acercaban y la llave que daba vueltas en la cerradura.
Alguien estaba detrás de la puerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario