sábado, 3 de agosto de 2019

La Decisión

En el suelo de la cocina había muchas páginas rotas, seguramente de algún libro antiguo. La estancia, medio en penumbra, dejaba ver una fina línea de luz que se colaba entre las cortinas. En la luz volaban cientos de diminutas motas de polvo, parecía polvo de hadas. Ella sonrió por la ocurrencia, "polvo de hadas".

Había pasado tanto tiempo desde aquello... ¿Por qué no conseguía apartarlo de su cabeza?
Por la noches el recuerdo volvía con fuerza y la ahogaba, era como si todas las noches fueran ese oscuro día. ¿Por qué decidió marcharse? ¿Por qué tomó esa insensata decisión? No fue porque no supiera lo que sucedería, ni porque no conociese las consecuencias de todo aquello. Tampoco podía culparle a él de lo que sucedió. A fin de cuentas, le conocía bien, sabía de lo que era capaz. Solo ella era la responsable de sus actos.

Se levantó del suelo con un movimiento rápido y delicado, la punta de sus pies quedó a un palmo del suelo. Giró sus manos, una alrededor de otra, sin apenas rozarse y las páginas del libro las imitaron. En un segundo, el libro estaba intacto encima de la mesa.

Se atusó el cabello por detrás de las orejas que acababan en una punta muy fina. Abrió los brazos y su cuerpo giró sobre sí mismo, dejando ver unas alas preciosas en la espalda de la mujer.

Había tardado mucho tiempo, pero sabía lo que debía hacer. Debía intentar arreglarlo.

Debía volver...



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