-¿Cómo usted por aquí, Sra. Lestrange? -Le preguntó, fijándose en lo que llevaba en la mano, entonces su cara cambió de repente-. ¿No me digas que ahí está...? ¿Esa es mi niña?
-Sí, Elisabeth, es su niña. Si usted evitara que se colase en mi casa cada dos por tres, no pasaría esto. Ya le había avisado que sucedería. Así aprenderá.
Una vez en casa, Sonia se fue a su cuarto. La Sra. Lestrange la había convertido en gato... "¡Puaj! ¡Un gato! No me gustan los gatos, ahora pasaré un día entero lamiéndome el cuerpo", supuso que no le gustaría. Menos mal que ese era un hechizo de los cortos. Se oían historias de niños a los que había cambiado una semana entera. No podía evitar entrar en casa de la bruja del barrio. ¿Qué clase de niña no entraría en casa de una bruja?
No salió de su cuarto hasta la cena. Cuanto menos se cruzara con su madre, mejor. Para cenar le pusieron jamón cocido, cosa que le encantó. Claro, era un gato.
A la noche se acurrucó en el sofá un rato con su padre, otro rato con su madre y con su hermana.
La acariciaban mientras ella ronroneaba. "¡Qué sensación tan agradable!", pensó.
Desde aquel día ama a los gatos, tiene una especial conexión con ellos y yo creo que entiende lo que dicen... Pero esto último es un secreto, no se lo digáis a nadie.
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Mañana será tu cumpleaños, preciosa. Fuiste un poquito trasto de pequeña. Casi, casi como yo 😜.
Te regalo este cuento escrito con el corazón. Espero que te guste.
FELICIDADES. TE QUIERO.
😘😊
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